Opinión y opinática
Hace unos cuantos años, cuando trabajaba en el departamento de marketing de la división de consumo de una empresa farmacéutica, entendí de golpe la diferencia entre opinión y opinática.
Lo que es tener una opinión todo el mundo lo entiende. Pero el concepto de opinática, se nos escapa, ¿verdad?
Por aquel entonces, en ese laboratorio era la primera vez que se realizaba una publicidad en medios masivos de un medicamento EFP (especialidad farmacéutica publicitaria), concretamente en la televisión. Rodamos un spot y diseñamos una campaña en TV complementada con medios escritos, PLV en farmacias y radio.
Esa división aportaba tan solo el 10% de la facturación de la gran organización, donde el resto la componían las diferentes divisiones de Visita Médica. Así que nunca nos prestaban mucha atención. Éramos rentables, crecíamos a un ritmo considerable cada año, y no molestábamos casi nada.
Hasta que decidimos publicitar en el Mass Media. Apareció el término opinática en nuestras vidas…
Que si el color es demasiado chillón. Que si no entiendo como se os ocurre relacionar el medicamento con esta idea. Que si va dirigido a hombres. Que si porqué en esa emisora de radio. Que si sólo en un área test. Que si se va a emitir únicamente en las cadenas privadas de TV. Que si…
Todo el mundo entendía de comunicación, de términos publicitarios, de percepciones del consumidor, de público objetivo, de audiencias, de variables emocionales, ¿os lo imagináis? ¡Para gustos, colores!
Contratamos a una agencia de publicidad muy prestigiosa, y yo como responsable del producto confié plenamente en su profesionalidad. No así parecía que lo hiciese el resto de directivos
de la compañía, especializados por otro lado en profesiones relacionadas directamente con ciencias de la salud, pero no con temas de Comunicación al consumidor final.
Sorteamos todos los inconvenientes, por supuesto, a base de argumentos sólidos y económicos. Y todo hay que decirlo, porque mi jefe se mantuvo firme frente al comité de dirección, y sacó a relucir nuestra evolución positiva hasta entonces.
La campaña fue muy bien. En breve crecimos un 60% en ventas en la zona donde se emitió la campaña, y ampliamos la acción a otras áreas.
Y los no entendidos no tuvieron más remedio que dejar a un lado su opinática, y limitarse a opinar solo de lo suyo. Como hacemos todos.
A veces, en nuestro entorno de trabajo nos encontramos frente a estas situaciones irremediablemente, y debemos lidiar con ellas de la mejor manera posible; sobre todo si quien opina sin saber es nuestro jefe, nuestro cliente, o un alto mando de la empresa.
Escuchar y callar es el mejor remedio. Si la barbaridad es mayúscula, entonces sí que hay que intentar que esa idea fuera de lugar no avance.
En mi opinión, y por experiencia, creo que todo depende del nivel de responsabilidad de cada uno en las decisiones que se toman.
En puestos de trabajo de cierta responsabilidad siempre se puede combatir esta opinática intentando que el otro se ponga en nuestro lugar si hiciésemos lo mismo con él.
Al final se trata de eso: compaginar empatía con asertividad.
¡Y otro día hablaré de ese tema!
Efectivamente creo que la opinática es una actividad que se da en todas las empresas y que puede llevar a tomar decisiones muy equivocadas. Me parece un tema interesante, que tiene más graves consecuencias de lo que nos pensamos.
El hábito de opinar sobre todo, incluyendo las materias que desconocemos, está muy extendido entre nuestras empresas, y más todavía en estos momentos donde el cambio acelarado se produce, a menudo, dentro de un panorama de desconcierto y de confusión en las estrategias, en el que todo el mundo da su parecer, frecuentemente con precipitación y sin la información ni los conocimientos necesarios. El resultado suele ser nefasto.
Por ello creo que es muy acertado advertir de los riesgos de la «opinática».
Un saludo
Hola Elia,
Me ha encantado tu artículo. Cuánta verdad!!, se trata de compaginar empatía con asertividad pero tambien se trata de respeto. Todos queremos que nos respeten, que los demás muestren respeto hacia nuestro trabajo y sin embargo…¿cuántas veces ponemos en marcha la «opinática» con los demás?.
Gracias por compartirlo.
Muy buen artículo. En pocas palabras has descrito una realidad que plaga las empresas. Esta manía de tener que dar siempre nuestra opinión sobre todo, sobre todo sobre lo que no nos atañe… es increíble, puesto que a nadie nos gusta que se metan por el simple hecho de meterse. Pienso que una cosa es opinar «constructivamente» y otra es opinar por opinar de una manera «destructiva» que no lleva a ningún lugar. Es como si quisiéramos decir algo por si las cosas no salen como estaban previstas, poder decir «si ya te lo había dicho, si yo ya lo sabía».
Yo también he sufrido los males de la «opinática», aunque entonces no sabía que se llamaba así. Como mando intermedio he tenido que sufrir opiniones de superiores que solo por ser superiores terminaban transformando sus opiniones en ordenes, ordenes que daban malos resultados por que se tomaban sin conocimiento.
Estas situaciones llevan al descontento y si en una empresa no hay motivación en los niveles mas bajos las cosas no van bien, se pierde eficacia.
Supongo que estos tiempos revueltos se prestan especialmente a la opinática, pues todos los que vean peligrar sus puestos pueden encontrar un medio de hacerse valer por medio de sus opiniones, aunque sea de temas sobre los que no tienen conocimientos ni experiencia.
Muchas gracias Elia por escribir este artículo que nos instruye e invita a la reflexión: ¿es pertinente? ¿es importante? ¿aporta algo lo que voy a decir? Y el silencio nuestro gran compañero olvidado.
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